Lo escribí ayer, para otro blog que inicié. Pero creo que viene muy a propósito al título de este blog-
Hace muy poco, conocí el Teatro de la Improvisación (ahora creo que debía ser el único). La esencia, es que sea cual sea la historia, no se sabe un segundo antes de empezar, cómo se desarrollará y su desenlace. Y quizá, lo más apasionante, es que su trama y su final se van construyendo en cada momento, pues, como mínimo, los actores son dos. Podemos imaginar, los giros improvisados que va adoptando la historia. Pero no voy a hablar de este arte, soy un recién llegado.
Le explicaba esto mismo a Lidia, cuando, llegamos a una conclusión ("un final de impro"). Seguro que no original, pero no menos evidente: que nuestra vida es una continua "obra" de improvisación: nadie sigue el guión que algunos habíamos trazado para nuestra propia "obra". Para Lidia esto era el misterio y lo grandioso de vivir. Para mí, una forma perfecta de explicar, por qué mi guión había fallado. Y era tan simple... los demás seguían a la par su propia obra, en la que yo era sólo un "personaje", de ficción.
Si hablo de estas obras, pre-escritas, pienso mucho en lo que llamamos "proyectos vitales", con sus predichos hitos por alcanzar. Guiones para una vida. No creo que sea tanto el caso de Lidia (el mío lo fue).
Todo lo que escriba a continuación sobre mi vida, es una improvisación. Pero eso sí, cuando me toque a mí dar la réplica, puedo entonces influir en el guión, y esto no es poco. Puede que no escriba yo mi obra, pero tampoco otros lo hacen. Eso sí, en mi turno, entre millones de posibles réplicas, sólo podré elegir una, para el momento de mi improvisación.
No hay comentarios:
Publicar un comentario